El periodista solamente pregunta. Sus preguntas nunca son mal intencionadas aunque así parezcan, sino en todo caso, preguntas embarazosas que ponen a prueba la capacidad de respuesta del entrevistado. Si éste, según su cargo, carece de formación especializada e intelectual para responder conforme a las reglas de la democracia, simplemente, no es apto para su responsabilidad.
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