viernes, 9 de octubre de 2020

HÉCTOR MUJICA PEDAGOGO DEL PERIODISMO

El 17 de febrero de 2002, a los 74 años, puesto que había nacido en Carora el 10 de abril de 1927, murió en su retiro merideño Héctor Mujica, figura importante de la política, la docencia y del gremio de periodistas. Militante a lo largo de casi toda su vida del Partido Comunista de Venezuela, del cual se separó una década, antes de morir. Mujica fue uno de los puntales de la desaparecida Asociación Venezolana de Periodistas (AVP) y del Colegio de Periodistas (CNP), su primer presidente. Igualmente fue director de la Escuela de Comunicación Social de la UCV, candidato presidencial, escritor, reportero en la prensa escrita caraqueña y un personaje respetado por todos. Sus restos fueron sepultados en Carora, ciudad natal. Héctor Mujica figura como fundador de la Escuela de Periodismo, que luego se convirtió en la Escuela de Comunicación Social de la Facultad de Humanidades, Universidad Central de Venezuela, donde desarrolló su labor docente como profesor titular de la Facultad de Humanidades llegando hacer director de la referida escuela. En 1944 inició su actividad periodística en “Aquí wará” para luego continuar escribiendo en el semanario Fantoches, Últimas Noticias, El Heraldo, El Nacional y Tribuna Popular. Como hecho derivado de su actividad política, debió exiliarse y fungir de jefe de de redacción del diario chileno Última Hora. Fue candidato a la presidencia de la república por el Partido Comunista (PCV) en 1978. Cultivó el cuento y el ensayo. Entre sus obras, destacan: Chile desde adentro y Venezuela desde afuera; La historia de una silla (Antonio Leocadio Guzmán) 1958; El imperio de la noticia (1967); El pez dormido (1947); Los tres testimonios y otros cuentos (1967); Las tres ventanas (1970); Confesiones de Daniel Santos a Héctor Mujica (1982) y La noche de los Ayamanes (1988). Héctor Mujica visitó Ciudad Bolívar el 21 de agosto de 1977 y en esa ocasión lo entrevisté no sólo sobre su candidatura vista como incompatible suendo presidente del CNP a lo que respondió con otra interrogante “¿Por qué tendría que ser el hijo de la panadera?”. En cuanto a periodismo dijo que en las universidades venezolanas hay (1977) alrededor de tres mil estudiantes de periodismo y casi todos optan por Relaciones Públicas o Audiovisual. También ocurre que esos “casi todos” vienen de fracasar en otras carreras profesionales, ¿tú no crees que debería regir una selección previa del futuro periodista? - Claro que sí. Yo lo propuse una vez. Propuse que se hiciese un examen de evaluación para conocer a ciencia cierta lo que llegaba a la Escuela de Periodismo, convencido yo corno otros profesores de que nos estaba llegando una resaca. Los estudiantes que fracasaban en otras carreras optaban por periodismo y entonces propuse en el Consejo de Escuela hacer un examen de evaluación para saber qué nos llegaba y qué le vamos a entregar a la comunidad venezolana. Bueno, me quedé solo. Inmediatamente la federación estudiantil me acusó de reaccionario por pedir no un examen de admisión sino de evaluación a fin de disuadir a aquella gente que servía para todo menos para periodista. De manera que esto no fue posible porque en este país entre demagogia, populismo y represión todo anda mal. Este es un país que anda de cabeza en vez de andar de pie sobre la tierra anda de cabeza sobre la tierra. En cuanto al periodismo impreso, por qué llega a él tan pocos profesionales. Sencillamente porque están muy mal pagados. Los muchachos optan por Relaciones Públicas y Audiovisual porque allí ganan más dinero. Entonces, la muchachita recién graduada hija de papá y mamá, antes de casarse ya está ganando 4 y 5 mil bolívares en una oficina de relaciones públicas.(AF)

lunes, 5 de octubre de 2020

EL PERIODISTA JOSÉ YÁNEZ CAICEDO

El 4 de octubre de 2002 dejó de existir José Alberto Yánez Caicedo a la edad de 86 años puesto que había nacido el 6 de enero de 1916 en Lata Cunga, Ecuador. Posteriormente, en 1965, adquirió la nacionalidad venezolana por naturalización. Se radicó en Ciudad Bolívar en los años 50 junto con su hermano Armando Yánez Caicedo, profesor de música y autor del Himno de Guayana. José Yánez Caicedo también era músico, tocaba muy bien la guitarra y como tal tuvo algunas actuaciones en Ciudad Bolívar que al final abandonó para dedicarse a los negocios. Mantuvo por algún tiempo una licorería y se distinguió como distribuidor de un famoso ron llamado ‘El Espadón’. Pero la actuación mayor y que lo arroparía hasta el fin de su vida fue la Francmasonería, el Club de Leones y el periodismo que ejerció como columnista de El Bolivarense y director de la revista Gráfica Guayana que editaba en imprenta propia en uno de los viejos inmuebles de la calle Babilonia. En esta revista se inició Gladys Figarella y luego conmigo en la revista “Orinoco” hasta licenciarse en Caracas como comunicadora social y luego como abogado. José Yánez Caicedo ingresó a la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP) de la mano de José Luis Mendoza y Joaquín Latorraca. Ejerció la secretaría de finanzas y la secretaría general. El Salón de Conferencias de la Casa del Periodista lleva su nombre en reconocimiento a su labor gremial consecuente e intensa. Debemos decir que cuando el gremio carecía de sede, era su casa de residencia, la calle Igualdad Nº 14, el sitio de reuniones de la AVP. Yánez Caicedo a pesar de que en el club lo hacían rugir como león, decía exhibiendo un poco su humor oscuro que prefería balar como una cabra, De complexión mediana, vestía con ropa de tendencia marrón casi siempre, muy familiar y pegado a los valores tradicionales. Un profesional bastante práctico, convencido siempre de estar en lo cierto y seguro. Le gustaba hacer el bien sin alardear de ello, por eso tal vez se enorgullecía de ser masón y escalar todos los peldaños hasta convertirse en Gran Maestro de la Logia Nº 13 al lado de don Natalio Valery Agostini, Noel Valery, José del Valle Silva e Iván Salustio Castro. Fue uno de los fundadores de un dispensario de asistencia social que duró años en el propio recinto de la logia y es digno de recordar su esfuerzo por llevar hasta el Hospital de Niños de los Estados Unidos al infante José Manuel Nieto, quien nació con una deformación del ventrículo derecho de su corazón que dificultaba el proceso circulatorio y oxigenación de la sangre. Era octubre de 1981. El tictac de su máquina maravillosa se percibía acelerado a través del estetoscopio y en vez de carmesí era azulado el color de los labios, de las uñas y el resto de su cuerpo. Tal vez un ‘soplo cardíaco’ solían decir pediatras y cardiólogos, pero ninguno podía diagnosticar con exactitud. A los nueve meses de nacido, el cuadro clínico del niño se complicó con una embolia cerebral que paralizó la mitad de su cuerpo. La madre del niño -su único hijo-, divorciada y profesora de castellano, ayudada moral y económicamente por su padre, requirió los servicios de un distinguido cardiólogo caraqueño, quien vio los resultados de los exámenes practicados en una clínica, sugirió una operación quirúrgica de inmediato. Sin embargo, la madre y el abuelo del niño dudaron y decidieron por recomendación de médicos amigos poner al bebé en manos del equipo Lechman del Hospital San Lucas de Houston. Le aplicaron exitosamente una técnica cardio-quirúrgica que abrió camino a la vida de un niño. A los 24 meses de edad el infante sobrevivió a tres operaciones del corazón en 2 días. (AF)